INSECTICIDAS PELIGROSOS que BAYER SIGUE VENDIENDO-el del escandalo del síndrome tóxico y no son aspirinas

INSECTICIDAS PELIGROSOS que BAYER SIGUE VENDIENDO-el del escandalo del síndrome tóxico y no son aspirinas


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INSECTICIDAS PELIGROSOS DE BAYER SE SIGUEN VENDIENDO
 Se siguen vendiendo 25 años después, los insecticidas Nemacur (Fenamifos) y Oftanol (Isofenphos) que provocaron la muerte de más 900 personas, 20.000 quedaron con muchas incapacidades y que de forma indecente se atribuyeron al aceite adulterado de colza.
Escándalo sanitario que se produjo en el año 1981 donde el Gobierno no quiso valorar la versión alternativa que defendían varios médicos, basada en intoxicación por tomates y pimientos tratados con estos dos insecticidas tan tóxicos de Bayer.
Estos médicos demostraron la sanación inmediata de casi 1000 personas, que siguieron los consejos de los mismos de tratarse con el antídoto que toda empresa tiene que facilitar cuando hay intoxicaciones por sus venenos químicos.
La Revista The ecologist publico un artículo explicando de principio a fin lo que sucedió sin que nadie del Gobierno de UCD se inmutara.
Lo más grave del caso es que estos dos venenos se sigan vendiendo impunemente para tratamientos de alimentos y el gobierno haya tenido que hacer frente a casi 2.400 millones de Euros para indemnizar a los afectados, por falta de solvencia de los industriales de la colza falsamente acusados de las muertes.
Está claro que el gobierno protegió a Bayer del escándalo en aquellos momentos y sigue protegiendo a esta y a otras empresas mafiosas de la industria farmacéutica que producen y venden insecticidas y demás pesticidas mortales, totalmente innecesarios como demuestran cada día los agricultores ecológicos.
¿Para que tanto veneno en nuestros platos? ¿No hay ya suficiente enfermedad? ¿No ha llegado ya la hora de que se acabe tanta sinrazón?
Señores del Gobierno, ¿no os dais vergüenza de tanto proceder infame?
Haced como en Dinamarca, donde han aprobado una Ley que en 10 años todo tiene que cultivarse en ecológico.
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El “síndrome tóxico” de la Colza fué un Ensayo de Armas Químicas

Un ensayo militar secreto estadounidense de guerra química envenenó intencionadamente a muchos habitantes de Madrid y de otras provincias, y el gobierno español colaboró con el Gobierno americano, ocultando la verdad y mintiendo a los españoles. 

Hace unos meses, un programa de televisión conocido como TNT en la cadena Telecinco, y presentado por Jordi González, ponía al descubierto la verdaderas causas que asolaron a España en la década de 1980, con el nombre de “síndrome tóxico de la Colza”. Salió a relucir la localidad de Torrejón de Ardoz como el inicio de la pesadilla de la extraña peste. De este programa televisivo no se supo más ni ha aparecido por el momento tampoco en Internet.Pero aunque después de 28 años de ocurrida la plaga, parecen novedosas estas informaciones, lo cierto es que ya en 1988 el escritor e investigador catalán Andreas Faber kaiser había publicado un libro titulado “Pacto de Silencio” ,  en el que se ponían en evidencia todos los elementos de un complot oscuro puesto en marcha por los servicios secretos y que los gobernantes se esmeraron en ocultar.


Libro “Pacto de Silencio”, escrito por Andreas Faber kaiser.
Fué publicado en 1988.

Faber Kaiser era joven, pero murió víctima de una enfermedad inoculada, como tantos otras personas que tenían información sobre el ensayo químico de 1981 en Madrid y que también morirían en aquellos años de enfermedades repentidas e irreversibles.
Igualmente reveladora y de gran interés es la especial crónica que sobre este caso firma el periodista JJ Benítez, gran amigo del sagaz investigador Andreas Faber kaiser, en un artículo titulado “Operación Lamentación”.
Pulsar aquí para acceder a la Crónica de JJ Benítez sobre el Síndrome Tóxico
Andreas Faber Kaiser y JJ Benítez, pocos meses antes de la muerte prematura de Andreas. (Foto JJ Benítez)

El 1 de mayo de 1981, falleció el niño Jaime Vaquero, de 8 años, en una ambulancia que tenía que llevarle a un hospital. Fué la primera víctima del dichoso “síndrome tóxico” con el que tanto tiempo nos marearon en los medios de comunicación, pero únicamente para decir embustes y mentiras, a sabiendas de que se estaba mintiendo descaradamente.

En 1955 se había instalado la Base Aérea Norteamericana en las inmediaciones del pueblo madrileño de Torrejón de Ardoz, en virtud de los acuerdos del régimen de Franco con los EE. UU. En 1992 los estadounidenses se retiraron de la Base y desde entonces la base aérea, que incluye numerosas instalaciones como hospital, hotel, campo de golf, etc. está bajo control del Ministerio de Defensa español. 

 Pero el día 8 de abril de 1981 tuvo lugar la visita a Madrid del General Alexander Haig, Secretario de Estado de Estados Unidos, y representante del Gobierno de Ronald Reagan, para renegociar el Tratado de Amistad y Cooperación entre ambos países. Traía un regalo muy especial para sus queridos aliados, del que no tenía pensado hablar, dado que era una sorpresa secreta.

Lo que nadie sabía era que entre la comitiva de aviones norteamericanos que acompañaban a la visita oficial de Haig, llegaba también un avión militar Hércules, que transportaba un arsenal secreto de productos organofosforados, los cuales son utilizados como armas para la guerra bioquímica.
El avión de la muerte aterrizó en la Base militar norteamericana de Torrejón de Ardoz. La carga mortal venía camuflada y convenientemente introducida en una partida de 6.250 kilos de tomates que habían sido tratados en el Centro de Guerra Biológica de Fort Detrick, en Maryland, Estados Unidos, el laboratorio más importante de investigación militar sobre guerra química y bacteriológica.
Algunos investigadores han querido ver como divergentes las pistas de Fort Detrick y la Compañía Bayer, especializada en productos organofosforados para la guerra química, como si fueran dos vías distintas y alternativas. Sin embargo Bayer siempre ha colaborado en proyectos secretos estadounidenses para la fabricación de armamento químico.

Las cargas de armamento químico procedentes de Fort Detrick fueron introducidas por los servicios secretos estadounidenses entre los proveedores de fruta y hortalizas cercanos a Torrejón de Ardoz, los cuales distribuyeron el material venenoso por diferentes zonas de la Comunidad de Madrid.

Al igual que ocurrió en el Ataque Illuminati del 11-M, quedó mayormente afectada la zona del Este de la Comunidad de Madrid, en el llamado Corredor del Henares, en poblaciones como Torrejón de Ardoz, Alcalá de Henares, Coslada, San Fernando de Henares, etc… Parece que a esta zona del Este de Madrid los servicios secretos norteamericanos le han cogido especial cariño…


Al paso del tiempo se detectó que el foco principal de la extraña pandemia de envenenamiento se concentraba en torno a la zona de Torrejón de Ardoz. De modo que para desvincular cualquier sospecha de experimentos militares norteamericanos procedentes de la Base de Torrejón de Ardoz, los servicios secretos contaminaron unas plantaciones de tomates en las provincias costeras de Murcia y Almería, con los mismos agentes químicos de Fort Detrick.

 

Así las nuevas remesas de frutas envenenadas se desparramarían por otras zonas geográficas del país, lo cual se pensaba que serviría para disimular y hacer perder la pista que conducía a Torrejón de Ardoz. Es decir, que de nuevo, se volvió a envenenar intencionadamente a la población española, ahora en esta ocasión, para intentar borrar unas pistas y provocar confusión con otras pistas, en las investigaciones que algunos expertos médicos e investigadores estaban realizando.

 
 
 

Base militar de experimentación química y biológica en Fort Detrick, Maryland, Estados Unidos.Planta química de la compañía Bayer, en Leverkusen. Especialmente, desde la época nazi la firma Bayer trabajó en muchos proyectos de armamento químico, cuyas patentes fueron compradas por compañías estadounidenses. Desde entonces sigue existiendo una conexión entre Bayer y el laboratorio de guerra química en Fort Detrick, en Estados Unidos, colaborando en proyectos secretos de armas químicas.
 
 
El 10 de junio de 1981 se empezó a difundir intencionadamente por TVE la mentira de que la causa de la epidemia de envenenamiento químico se debía supuestamente a unas partidas de aceite de colza, algo que los expertos médicos negaron rotundamente y cuya evidente falsedad se demostró completamente con el paso del tiempo.
No contentos con los resultados del ataque militar bioquímico en Madrid de 1981, en el verano de 1983 comenzó una segunda epidemia de neumonía atípica, ahora en las cercanías de la Base militar norteamericana de Zaragoza.
De esta enfermedad murieron el General José Cruz Requejo y el coronel Ramón Rodríguez, además de varios oficiales más. Muchos militares tuvieron que ser hospitalizados. La epidemia se extendió entre la población civil. Se comunicó oficialmente que el brote de Zaragoza de debía a la enfermedad de la “legionela”, para que no se relacionara con el caso de Torrejón de Ardoz.
Fué todo una inmensa patraña, una colosal e imperdonable mentira difundida desde el gobierno de la época, pero en la que desgraciadamente, las víctimas mortales fueron reales. En total fallecieron 3.000 personas y 60.000 personas quedaron gravemente enfermas o inválidas, con atrofias, parálisis, y graves daños en sus cuerpos y por añadidura en sus mentes y en sus vidas. Incluso toda la sociedad española quedó traumáticamente afectada con esta peste provocada, al igual que en el caso del 11-M.
Leopoldo Calvo Sotelo, presidente del Gobierno desde el 25 de febrero de 1981 hasta el 1 de diciembre de 1982. Y Felipe González, presidente del Gobierno desde el 1 de diciembre de 1982 hasta el 5 de mayo de 1996.
Ellos y sus gobiernos tuvieron las pruebas de la mentira de la Colza; tuvieron mucho tiempo para decir la verdad a la población, y la responsabilidad de decirla. Pero prefirieron ocultar la verdad a los españoles y alimentar la mentira de un vergonzoso pacto de silencio, como puso al descubierto Andreas Faber Kaiser.
 

 


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Mas información:
http://esenciaelemental.org/index.php?option=com_content&view=article&id=114:recopilacionceles&catid=30:videos&Itemid=60
http://www.rafapal.com/?p=1575
SOBRE LA OBRA Y SÓLO LA OBRA DE ANDREAS FABER-KAISER
Julio Arrieta
El anterior número del EED se abría con un artículo titulado ‘Lo cortés no quita lo valiente’ que bien podía haber sido encabezado como ‘Defensa sentimental de Andreas Faber-Kaiser’. Su autor, Juan Antonio Paredes, afirma que la figura del fallecido periodista catalán no ha sido tratada con justicia y que ofrecía facetas de mucho más peso que su obra periodística y literaria, claramente pseudocientífica. Según Paredes, Faber-Kaiser ha sido juzgado como un mero “fabricante de paradojas” y sus jueces han dejado de lado sus aportaciones positivas, entre ellas su valía como divulgador en la radio, su valor como valiente luchador “contra el poder establecido” y, sobre todo, su calidad humana.
Es cierto que la literatura escéptica parece ofrecer imágenes ‘planas’ de los ‘misteriólogos’ cuyo discurso refuta. Cuando un racionalista se toma el tiempo y las molestias de desmontar las ocurrencias de Däniken -por poner un ejemplo- puede ser interpretado como que detesta a Däniken de la cabeza a los pies y considera que todo lo relacionado con él, sobre todo él mismo, es deleznable. De hecho, no es raro oír o leer en Internet acusaciones de inquina dirigidas a cualquier escéptico más o menos activo -“¿por qué odiais a Iker Jiménez?”, “os metéis con Benítez porque le tenéis manía”, etc. etc.-. Sin embargo, apostaría una buena cena a que los arqueólogos que perdieron su tiempo desmontando los disparates divulgadas por el hostelero suizo no tendrían ningún problema en admitir que Däniken es un estupendo padre de familia y que probablemente sepa llevar muy bien un hotel.
Del mismo modo, los escépticos españoles sabemos que muchos de los ‘misteriólogos’ a los que nos enfrentamos son personas encantadoras con las que podemos estar de acuerdo en todo tipo de cuestiones fuera del campo puramente ‘enigmático’. En este sentido, Paredes comenta sobre Faber-Kaiser que “fue un tipo más que estupendo” y que “todo aquél que le conoció personalmente quedó maravillado por su talante humano”. No me cabe la menor duda. Pero esa no es la cuestión. Por lo menos, no para los escépticos. A mí me consta que Fernando Jiménez del Oso era una gran persona. Igual que Antonio Ribera. Pero lo que me interesa es su obra, lo que han entregado a la sociedad, su aportación pública. Y como escéptico la he de poner en cuestión, dejando a un lado lo simpático o fascinante que me pueda parece su autor. No cuestiono de ningún modo que Faber-Kaiser fuera una gran persona, pero afirmo que eso no debe tenerse en cuenta a la hora de estudiar su trabajo.
Andreas Faber-Kaiser, licenciado en Filosofía y Letras, recibió el Premio Nacional de Astronáutica Julio Marial en 1972 y escribió unos cuantos buenos artículos de divulgación sobre exploración espacial. Pero también -y sobre todo, porque fueron sus aportaciones de más peso- publicó ‘Sacerdotes y cosmonautas’, en la línea de Charroux y Däniken, ‘Jesús vivió y murió en Cachemira’ y ‘Las nubes del engaño’, en el que viene a decir que la Humanidad es una especie de teleñeco manejado por civilizaciones extraterrestres que siguen un plan cósmico superior. Además dirigió ‘Mundo Desconocido’, revista de divulgación pseudocientífica en cuyos editoriales, escritos por él, se podían leer perlas como ésta referida a los astronautas de la Antigüedad: “Si el educador explicara la historia en su totalidad, sin omisiones ni retoques, sus alumnos asimilarían con naturalidad que los fenómenos que evidencian la actuación de una inteligencia distinta a la nuestra, forman parte integrante y continuada de la historia de la humanidad” (nº 60 junio de 1980). En efecto, Faber-Kaiser defendía la enseñanza del ‘dänikenismo’ en las escuelas.
El número citado incluye un artículo espiritista titulado ‘Cómo dialogar con los invisibles’. En otros números se habla de la Tierra Hueca, de la existencia de un abominable hombre de los bosques vascos, del inefable cronovisor, la maldición de Ochate tan querida por Iker Jiménez y de los inevitables extraterrestres-construye-pirámides . Todo este bagaje fue trasladado por Faber-Kaiser a la radio en el programa ‘Sintonía Alfa’. En su artículo, Paredes parece defender las virtudes de este espacio, pero después de repasar su texto no encuentro aspectos positivos que vayan más allá de que era menos aburrido que ‘Milenio 3’ o ‘La rosa de los vientos’ y de que Faber-Kaiser tenía una voz atractiva. ¿Pero qué pasa con los contenidos? Paredes subraya que Faber-Kaiser “no tuvo reparos en enfrentarse al poder establecido, fuera éste el que fuese, para denunciar hechos que atentaban gravemente contra la dignidad humana”. Lamentablemente, no nos explica qué denuncias fueron esas.
Pero sí señala que “le han atribuido el calificativo de “fabricante de paradojas”, alguien agradeció que a finales de los 80 cambiase con éxito la máquina de escribir por el micrófono y le atribuyen carencia “del mínimo espíritu crítico”, y que se le ha descrito como “[…] autor de dos libros que son meras recopilaciones de documentación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)” -todos estos comentarios extraídos de LAR nº 32-. Posiblemente los que así opinen tengan sus razones”. De hecho, las tenemos. Por si alguien se lo está preguntando, el texto citado por Paredes pertenece a Luis Alfonso Gámez, con el que no estoy de acuerdo en el concepto de “fabricante de paradojas”, porque como casi todos los autores de su estilo y generación, Faber-Kaiser no fabricó paradoja alguna y se limitó a reciclar las de conocidos esoteristas, sobre todo franceses de la generación ‘Planete’. Si repasamos ‘Las nubes del engaño’, por ejemplo, nos encontraremos con el consabido ‘grandes éxitos’ de los misterios de la Antigüedad: los dogones, el mapa de Piri Reis, la nave de Ezequiel versión Blumrich, las figurillas Dogu y todo el viejo catálogo, reproducido, es innegable, sin el más mínimo espíritu crítico. Tampoco se puede negar que publicó esas recopilaciones de informes ovni de la CIA. Tengo junto al portátil uno de ellos, ‘Informes de avistamientos’, y puedo demostrarle a quien quiera que no es más que una serie de traducciones de documentos.
Otro de los puntos positivos que parece encontrar Paredes en la obra de Faber-Kaiser es su faceta de provocador de cara a la Iglesia Católica. Cita dos ejemplos sorprendentes: la entrevista a una vidente a mediados de los 90 y la publicación de ‘Jesús vivió y murió en Cachemira’. Si dejamos a un lado el dudoso valor que tenga el hecho de la provocación -yo no le encuentro ninguno – no veo valentía alguna en estas dos actuaciones. Entrevistar a una vidente a mediados de los 90 no representa rupturismo alguno se mire por donde se mire. En cuanto al libro sobre Jesús, escribe Paredes que “Había que ser muy valiente para publicar, en plena Transición española -más que transición resultó una adaptación del tardofranquismo a la incipiente democracia-, una obra titulada Jesús vivió y murió en Cachemira (1976)”. Sin embargo, no creo que hubiera que ser muy valiente. Había que tener un editor, y en esa época precisamente había varios muy interesados en el esoterismo, siguiendo la estela del éxito de ‘El retorno de los brujos’. ‘Jesús vivió y murió en Cachemira’ apareció precisamente en el momento en que este tipo de literatura vivía un ‘boom’ en España. Además de recoger viejas historias conocidas que se remontan a la publicación de ‘La vie incconue de Jesús-Christ en Inde et au Tibet’ de Notovitch en 1894, forma parte de una corriente típica de aquellos años en la que destacaría Benítez con ‘El Enviado’. Dos años después del libro de Faber-Kaiser y en plena transición, Fernando Sánchez-Dragó ganaba el Premio Nacional de Literatura con una obra, ‘Gárgoris y Habidis’, que entre otras muchísimas cosas explica que Jesús es un arquetipo solar, o mejor, uno de los muchos avatares de una deidad solar que ha recibido nombres como Osiris o Hércules. Publicar ‘Jesús vivió y murió en Cachemira’ a mediados de los 70 no era valentía, era seguir una corriente de la época.
Pero eso es lo de menos, aunque editar ese libro hubiera supuesto demostrar unas dosis de coraje dignas del Capitán Trueno, eso no le daría mayor valor intrínseco a la obra que el que tiene. Y no es mucho. El libro no se sostiene y sus postulados han sido refutados en varias ocasiones. ¿Qué valor tienen hoy día las obras de Andreas Faber-Kaiser? Más allá de su interés documental y de su utilidad como fuente para estudiar las pseudociencias de una época, me temo que muy poco.
http://digital.el-esceptico.org/leer.php?autor=190&id=2201&tema=24





General Alexander Haig, Secretario de Estado estadounidense del Gobierno de Ronald Reagan

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