Atlas Catalán o Mapamundi de los Cresques es la obra cartográfica en lengua catalana más importante de la Edad Media

Atlas Catalán o Mapamundi de los Cresques es la obra cartográfica en lengua catalana más importante de la Edad Media.

LA ORDEN DEL TEMPLE, SE ASENTÓ EN NICARAGUA

Atlas Catalán o Mapamundi de los Cresques es la obra cartográfica en lengua catalana más importante de la Edad Media.

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Detalle del Atlas catalán de Cresques.
El Atlas catalán o Mapamundi de los Cresques es la obra cartográfica en lengua catalana más importante de la Edad Media. No está firmado ni datado, aunque se sabe que la fecha aproximada de producción es el año 1375 por el registro que figura en el calendario que lo acompaña.[1] Se atribuye su autoría al judíomallorquínCresques Abraham.[2]
Es el primer atlas conocido que incorpora una rosa de los vientos, siendo una de las joyas de la colección de la Biblioteca Nacional de Francia (París) (BNF, Esp. 30).

Autoría

No se puede asegurar que los Cresques sean los autores del Atlas catalán, a pesar de que está documentado que en esa misma época elaboró diversos mapas del mismo tipo y que los reyes de la Corona de Aragón los ofrecían como presentes. Concretamente, y con referencia al propio Atlas, está documentado que en noviembre de 1381, el infante Juan, duque de Gerona y primogénito de Pedro el Ceremonioso, quiso hacer un regalo al nuevo rey de Francia, el joven Carlos VI y decidió enviarle un mapamundi de su propiedad que estaba depositado en los archivos de Barcelona. Con esta finalidad hizo buscar al autor del documento, Cresques el Judío («Cresques lo juhueu qui lo dit mapamundi a fet»), y a su hijo Jehuda Cresques, para que le facilitase todas las informaciones útiles que serían trasmitidas al rey de Francia, por lo que se le pagó 150 florines de oro de Aragón y 60 libras mallorquinas.

El Atlas

Se trata esencialmente de un mapamundi del mundo conocido a finales del siglo XIV, siempre desde una óptica centrada en el Mediterráneo. Las características aproximadas del atlas son: seis hojas dobladas por la mitad, cada una pegada sobre tablas de madera. Cada hoja tiene unas dimensiones de 65 × 50 cm, lo que le da una envergadura total de 65 × 300 cm.

Primera hoja – Cosmografía


Primera hoja del Atlas catalán.
La obra se inicia con un resumen de los treinta días de un mes lunar y dos diagramas circulares. El primero incorpora una rosa de los vientos para calcular la marea alta durante la luna llena. El otro, se cree que disponía de un indicador móvil, que permitía el cálculo de las fiestas movibles del año: carnaval, pascua y pentecostés.
Se encuentra a continuación, una anatomía médica astrológica, con una tabla para encontrar la Luna en el zodiaco. En esta segunda tabla existe un texto extenso sobre la Tierra, su origen, dimensiones y la interpretación de algunos fenómenos naturales.
A la Tierra, esférica, se le atribuye una circunferencia máxima de 180 000 estadios. Si el autor utilizó el «estadio común» (de 185,12 m) la circunferencia de la Tierra mediría 33 321 km; y si el autor utilizó el «estadio grande», de 222,34 m, la circunferencia mediría 40 021 m (cuando la real en el ecuador es de 40 075 km).

Segunda hoja (Calendario)


Imagen de la segunda hoja.
En esta hoja se pueden encontrar dos grandes calendarios, uno solar y otro lunar, rodeados por las cuatro estaciones del año.
Al lado de los calendarios se encuentran datos astronómicos basados en el modelo geocéntrico de Claudio Ptolomeo, el más extendido en la época. La humanidad sobre la tierra, se encuentra rodeada por los tres elementos básicos, el aire, el agua y el fuego. En las sucesivas anillas azules se pueden encontrar la Luna, Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter y Saturno, y el firmamento con dieciocho estrellas. El siguiente círculo contiene alegorías clásicas de estos astros: el sol es el rey, Venus es una dama, etc., terminando con un Marte guerrero.
A continuación se pueden encontrar los nombres y los símbolos de las doce divisiones del Zodiaco. Seguidamente las fases de la luna, con la luna nueva en el norte, la luna llena en el sur, luna menguante en el este y luna creciente en el oeste. Esta composición es un recordatorio de la importancia de la primera luna nueva de la primavera y de su relación con el primer mes sagrado de los judíos.
La precisión y el cuidado empleado para marcar las estaciones se puede ver en este ejemplo; la primavera, en el ángulo NE, está colocada entre Aries y Cáncer, los correspondientes signos lunares de Alnath y Albatra, e incluye tres divisiones XXX, que corresponden a Aries, Tauro y Géminis, en un cuadrante de noventa grados.

Tercera y cuarta hoja (Finisterre y el Mediterráneo)

Estas hojas comprenden todo el mundo conocido en el siglo XIV desde los 10º a los 60º de latitud norte.
En la «Mar Océana» se encuentran todas las islas conocidas y puntos de referencia, por un deseo explícito del príncipe Juan.[cita requerida] De esta manera, en la isla de Tenerife se puede apreciar un punto blanco, que representa el Teide.
La representación de la línea de costa del Mediterráneo está muy cuidada, hecho que puede ser un reflejo del intenso tráfico marítimo de la Corona de Aragón en aquel período.
Una de las características de la escuela cartográfica mallorquina es la presencia de muchas banderas y leyendas con datos físicos, económicos y demográficos de gran interés. A veces quedaban también anotadas tradiciones literarias, como en el caso de las paradisíacas Islas Afortunadas (Canarias) y las fábulas sobre su oro.

Tercera y cuarta hoja a la izquierda.
La rosa de los vientos de este mapa es la primera vista en una representación cartográfica.[cita requerida] Contiene las treinta y dos direcciones y el nombre de los ocho vientos principales, hecho que denota el dominio por parte de los Cresques de los instrumentos náuticos. Este modelo de treinta y dos direcciones y ocho vientos ha sido el prototipo conservado hasta nuestros días: el norte es el norte magnético, con 10º de desviación hacia el este.

El primer rumbo N-S cruza la isla de El Hierro, lo cual algunos investigadores han puesto en relación con la tradición del primer meridiano de Claudio Ptolomeo.[cita requerida]

Finalmente, en la rosa de los vientos, el norte y el este están indicados con símbolos. Hay una representación de la Estrella Polar en el norte, y en una singularidad (hecha servir en lugar de la clásica cruz latina del este de otros mapas), se ve una estilización de una cruz que recuerda el candelabro sagrado de los judíos, la menorah. Buscando este símbolo en otros mapas del mismo periodo, se ha podido identificar otros trabajos anónimos de los Cresques.
Los nombres geográficos están escritos perpendicularmente en relación a la costa, Los nombres del hemisferio sur están escritos en una dirección y los del norte en otra. Las ciudades cristianas están diferenciadas de las musulmanas por una cruz. La única excepción es Granada, que contiene la cruz pero presenta una bandera con inscripciones arábigas, en una posible alusión al vasallaje de la dinastía nazarí a la Corona de Castilla.
El color de los accidentes orográficos es el ocre, y en caso de vegetación pasa a ser verde. Así los fiordos noruegos y las montañas de los Atlas son ocres, mientras que los Pirineos son verdes.
Las cuencas hidrográficas y ríos están representados en color verde. El río Nilo, de acuerdo con la tradición, nace en un lago del oeste, hecho basado sin duda en la confusión con el río Níger.

Quinta hoja (Mapa de Delli)


Mapa de Delli.
Siguiendo hacía el oeste el tercer mapa se inicia con el curso bajo del río Volga y sus características bocas al mar Caspio. El Cáucaso, el río Éufrates y la península Arábiga completan, de norte a sur, la geografía de identificación inmediata de este mapa.
El río Amu Daria fluye hacia el mar de Aral desde su nacimiento en la Cordillera de Pamir. Hacía el sur, Delhi llama la atención, con el sultán que gobernó la India de 1206 al 1320. La mayoría de los nombres de esta región provienen del viaje de Marco Polo.
La cordillera del norte, donde se aprecia la caravana de la Ruta de la Seda de camino a Catai, correponde a las montañas asiáticas del Tian Shan. Todas las líneas de la costa están hechas con un trazo continuo y con menos detalle, hecho que denota un conocimiento más continental que no marítimo del sector.
Entre las ciudades más destacadas por explicaciones e importancia está la Meca. Otras ciudades significativas son Bagdad, Samarcanda y Astracán, que son las respectivas rutas sur, central y norte hacia Pekín. En el límite de este mapa, al SO de la India se encuentra representada Colombo, en la isla de Ceilán. Dado que en el año 1173Benjamín de Tudela viajó hacia estas tierras para conocer las comunidades judías, es posible que los Cresques tuvieran acceso a datos de este viaje, así como a los escritos del misionero Jordanus del 1340.
Las islas identificables del golfo Pérsico y del golfo de Adén son las islas de Ormuz y Socotora.

Sexta hoja-Mapa de Catai

La falta de información geográfica queda compensada por una rica ornamentación, llenando así la sensación de vacío y alimentando a la vez la curiosidad de los humanos de la Edad Media acerca de las fabulosas y enormes tierras de Catai.


La sexta hoja.
La orografía y la hidrografía no son las típicas representaciones de otros mapas, sino que contribuyen a estructurar los espacios. Las ciudades son la información cartográfica más relevante, siendo la más importante Chanbalech, la ciudad del Gran Kan (la actual Pekín). También se encuentran los puertos más importantes de la costa.
El río Indo marca el límite de Catai, tal y como recogía la tradición, nace en un valle de montañas de gran magnitud en una posible alusión al Himalaya.
En el océano Índico se encuentran dos grandes islas, Iana, en una posible alusión a Java y Trapobana que seguramente alude a Ceilán.

Se nombra la riqueza del resto de las islas, así como su número, 7548. Marco Polo había anotado 7459. En la entrada del 14 de noviembre de 1492 del Diario atribuido a Cristóbal Colón se lee: «estas islas son aquellas sin numerar que en el mapamundi están ubicadas en los confines del este» y tras descubrir la isla de Cuba se lee: «La encontré tan grande, que pensé que podría ser la tierra seca de la provincia de Catai».

https://es.wikipedia.org/wiki/Atlas_Catal%C3%A1n
Por Jesús Ávila Granados

Los Templarios en la Isla de Mallorca

Por Jesús Ávila Granados
La ciudad de Palma de Mallorca condensa buena parte de los mitos y leyendas medievales de las islas Baleares, gracias a la presencia de una importante judería y a la actividad de alquimistas y templarios, cuyos caballeros participaron en la conquista cristiana y en las tareas de repoblación y mantenimiento de las culturas antecesoras a través de sus ritos y construcciones
El archipiélago balear fue durante los siglos medievales –exactamente entre los años 902 y 1349– un territorio de la España insular muy codiciado. Primero fueron los hispano-musulmanes: Califato de Córdoba (902-1015); reino taifa de Denia (1015-1076); los taifas de Zaragoza; luego un período de taifa independiente, durante el cual, entre 1114 y 1115, la isla de Mallorca sufrió un sangriento saqueo por parte de una flota de barcos pisanos y catalanes. Seguidamente se establecieron los almorávides (1115-1203), y después los almohades, que poseyeron el archipiélago balear hasta el año 1229, fecha de la conquista cristiana, protagonizada por el monarca Jaime I, tras partir del puerto de Salou.
Una vez las islas se convirtieron en un territorio cristiano independiente del Reino de Aragón, se produjo la progresiva sustitución socio-cultural de los autóctonos isleños por un sustrato humano de origen mayoritariamente catalán. Así se desprende a la vista del predominio de los apellidos, aunque también los hay occitanos, gracias a la estrecha relación que mantuvo Mallorca con la ciudad de Montpellier (Languedoc).
Durante este período, que culminó en el año 1349, se sucedieron tres monarcas en la corona cristiana balear: Jaime II (1276-1311), Sancho (1311-1324) y Jaime III (1324-1343). Con la muerte de éste último, en la villa de Llucmajor, cerca de la montaña sagrada de Randa, y el encarcelamiento de su hijo, el futuro Jaime IV de Mallorca, en la terrorífica fortaleza de Xàtiva (Valencia), por orden de Pedro IV de Aragón, se disipó todo intento de mantener independiente el territorio insular, llamado por los hispano-musulmanes las islas Orientales de al-Andalus. El archipiélago volvió a integrarse plenamente en el Reino de Aragón.
Este sería, a grandes trazos, el resumen de las principales etapas de las islas Baleares durante los siglos medievales. Solo queda añadir que, con las masacres del pogrom de 1391, la esplendorosa judería mallorquina cayó en desgracia, por haber sido asesinados la mayoría de sus miembros y desaparecer definitivamente en 1435. Esa comunidad dejó tras de sí un brillante legado cultural y científico en materia de cartografía y mapas. Siete siglos después, ese legado sigue siendo materia de estudio por eruditos de la navegación de todo el mundo.
EL ASEDIO CRISTIANO
A uno de estos miembros de la judería de Palma, Abraham Cres-ques, le debemos la confección de El Atlas Catalán, realizado en 1375 y conservado en la Bibliothèque Nationale de París, fruto de un regalo de la Corona catalano-aragonesa al monarca francés Luís XI.
Al igual que sucedió en las más importantes conquistas cristianas de las ciudades hispano-musulmanas, con los ejércitos de Jaime I iban las órdenes militares de su tiempo, y el Temple no fue una excepción. La ciudad hispano-musulmana de Palma cayó después de tres largos y sangrientos meses de asedio cristiano, durante los cuales se protagonizaron, por ambas partes contendientes, terribles escenas, como la colocación por parte de los almohades en los muros exteriores de la alcazaba de los prisioneros vivos cristianos, para recibir en sus cuerpos los impactos de las catapultas lanzadas desde las maquinarias de asalto, o bien el lanzamiento al interior de la ciudadela de las cabezas de los prisioneros musulmanes degollados. Esta conquista, que tuvo lugar en 1229 y de la que poco se han ocupado los medievalistas, merecería un estudio especial ya que en aquel tiempo el máximo dignatario del Temple fue maestre catalán Pere de Montagut (1219-1233).
Palma, conocida tras la conquista cristiana como la Ciutat (ciudad), era la urbe por excelencia, la capital administrativa y comercial de Mallorca, la mayor isla del archipiélago. Con el reparto del territorio, los templarios recibieron la quinta parte de la isla, y fijaron en la Ciutat su sede oficial, concretamente en el Castell dels Templers (Castillo de los Templarios), baluarte que se hallaba anexo a la muralla. Aún se conoce en nuestros días esta zona urbana de la ciudad de Palma como Partita Templi. Es curioso que en este barrio también se encuentre el convento de los Franciscanos, en cuyo interior reposan los restos de Ramon Llull (1235-1315), llamado con justicia el Doctor Iluminado. Él es el mallorquín más universal, a quien se debe el descubrimiento de la piedra filosofal, autor de la obra Ars Magna. Iniciado en las obras y estudios herméticos, tuvo serios problemas con la Iglesia. Según Llull, Dios creó de la nada una sustancia: el mercurio, conocido como plata viva (argentum vivum), de la cual surgieron las demás cosas. Después de realizar el peregrinaje a Santiago y a la villa de Roca-madour (Francia), Ramon Llull, en 1305, decidió ir a Tierra Santa. En plena travesía, fue víctima de un envenenamiento por parte de sus propios servidores, sobornados por el pontífice Clemente V, pero gracias a su fortaleza física y a la intervención de los médicos templarios en Chipre, el más célebre de los alquimistas hispanos logró salvar la vida. Falleció una década después con la profunda tristeza de haber contemplado la caída de sus queridos templarios, víctimas del mismo pontífice que atentó contra su vida, y también de las ambiciones del monarca francés Felipe IV el Hermoso.
ARRABAL TEMPLARIO
Junto al convento de San Francisco, también en el arrabal conocido actualmente como Partita Templi, se alza la iglesia de Santa Eulalia. No es casual que este edificio estuviese estrechamente vinculado con las logias de canteros, colectivo que contaba con el respaldo total del Temple. Aún se pueden apreciar en el edificio una gran variedad de marcas grabadas en las piedras que forman parte del aparejo, algunas de las cuales contienen signos masónicos (el mallete, el compás, la escuadra…).
Cabe destacar que gran parte de la judería de Palma también se hallaba dentro de este arrabal templario. La abadía templaria, de la que solo se conserva su magnífica fachada, se alza sobre cimientos de construcciones defensivas que habían formado parte de la ciudadela almohade, la Madina Mayorga (Alcazaba de Gomera), una fortaleza roja, formada por tres recintos. Fue precisamente sobre el tercero de ellos donde los templarios alzaron sus construcciones más sagradas, como la dicha abadía, cuyo templo sigue ofreciendo una luz y unas dimensiones catedralicias.
GALERÍAS SUBTERRÁNEAS
Este enclave templario sirvió, en tiempos del monarca Jaime I, para guardar el inmenso botín arrebatado a los almohades tras la conquista cristiana y más tarde, tras la supresión del Temple, para encerrar a los últimos caballeros de la isla ya en tiempos del monarca mallorquín Sancho. A finales del siglo XIX, al llevarse a cabo unas obras en las calles de Llull y San Buenaventura, se descubrió una galería –de más de dos metros de altura, y por la cual podían pasar juntos tres hombres– que enlazaba el convento templario con el palacio de la Almudaina.
Pero los templarios no solo se fijaron en la ciudad de Palma, desde la cual podían controlar el resto de Mallorca, sino que también les atrajeron muy especialmente algunos de los lugares de poder de la isla. De forma muy particular, les interesó la sierra de Tramontana, que en sentido suroeste-norte, recorre todo el contorno de poniente de la isla de Mallorca. En esta sierra es donde se alzan las montañas más altas de la isla, y donde se encontraban determinados puntos orográficos de interés para la Orden.
El santuario del Lluc, con el culto a una imagen coronada en 1884 como reina y patrona de Mallorca, es uno de los lugares más interesantes de la geografía templaria de la isla. Allí arriba, después de haber atravesado un territorio de viejos olivos, el viajero descubre un enclave místico, donde los magos templarios implantaron el culto mariano en Mallorca a través de una imagen conocida también como la Moreneta (morena), de 61 centímetros de altura. Según la tradición, fue hallada por un pastor y ermitaño en 1240 en el interior de una gruta. En su tocado se lee: «Nigra sed formosa sum». El Niño reposa en el brazo izquierdo portando un libro abierto, como animando a descubrir las esencias de los saberes gnósticos. A ella están vinculados otros cultos en esta misma iglesia (Ana, san Bernardo, María Magdalena, san Juan Bautista, etc.), que igualmente forman parte del cosmos espiritual del Temple.
Es importante recordar que toda la zona en donde se alza este santuario está preñada de montañas sagradas, grutas que sirvieron de marco de celebración de ancestrales cultos paganos y que presentan innumerables construcciones megalíticas, y calzadas que, más que para enlazar poblaciones, marcarían el supuesto tránsito de líneas energéticas que enlazaban enclaves sagrados.
Uno de estos enclaves es, sin duda, la villa de Pollença, que se corresponde con una importante posesión templaria, recibida por el Temple en 1230, tras la conquista cristiana. Se sabe que desde Sóller y Alcúdia, poblaciones que delimitan los límites de la sierra de Tramontana, los templarios tuvieron 22 alquerías. Una de ellas fue la de Pollença, pero dejemos que sea el erudito Juan García Atienza quien nos describa el lugar: «Camino de La Alcudia, una senda remonta la ladera del montecillo llamado el Puig Son Vila, hacia la masía de Sa Torre. A poca distancia, nos encontramos con los restos bastante bien conservados, de un talayot (construcción megalítica) que todo el mundo conoce como el Fort dels Templers, que pudo servir de torre de vigilancia de los freires».
LA GRUTA DE SAN MARTÍ
Lamentablemente, de aquel recinto solo quedan algunos fragmentos de columnas, pero sin embargo, es la referencia para alcanzar la meta que buscarán afanosamente nuestros lectores: la cueva de Sant Martí, en las entrañas del Puig de Sant Martí, ya en el municipio de Alcudia.
La gruta de Sant Martí es un lugar que sorprende, pues su disposición no es horizontal, sino vertical, como si un tubo volcánico emergiera de las entrañas de la tierra. En las paredes laterales se abren las dependencias de unos espacios excavados por los templarios en la roca viva, con el objeto de que sus oficiantes, en el más absoluto silencio e intimidad, pudiesen llevar a cabo sus ritos bajo una luz cenital que entra por el agujero superior a modo de chimenea natural. Dentro de este enigmático enclave no faltan grafitos, igualmente templarios, cuyo significado aún no se ha podido descifrar. Algunos están relacionados con el mar (la costa está a pocos metros del lugar), y no sería nada extraño que, en su día, los templarios lograran alcanzar la costa alargando las excavaciones subterráneas de esta gruta.
Dentro de Pollença aún se conservan numerosos testimonios legados por los templarios. Uno de ellos es la casa donde fijó su residencia el lugarteniente de la Orden, ubicada en la esquina entre las calles Colón y del Temple, muy transformada en nuestros días. También fueron templarias la casa de s’Aigua y la de s’Ombra. Todo ese arrabal perteneció a los caballeros de la cruz paté. A pocos metros se encuentra la iglesia de Santa Maria dels Àngels, que fue el convento templario de la localidad. También fue del Temple el calvario, enclavado en el llamado Puig del Temple, cuyo camino de subida constituye un viaje al más profundo recogimiento.
La isla de Mallorca, por lo tanto, gracias a su estratégica ubicación, fue el escenario de singulares gestas, donde los caballeros templarios escribieron momentos de gran belleza socio-cultural, que debemos rescatar de la historia no oficial.
ARTÍCULO APARECIDO EN LA REVISTA LA ESPIRAL DEL CONOCIMIENTO Nº 7, MAYO-JUNIO DE 2006.
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L’ANSELOCH O LA ENCOMIENDA TEMPLARIA DE LA OCA Y EL LAGO.

José Antonio Hurtado García – 4 de enero del 2003.

Me resulta muy difícil dar comienzo a éste resumen porque evalúo la cantidad de conocimientos que he tenido que adquirir a lo largo de estos años, y se que son conocimientos que desaparecieron del legado de la humanidad hace casi cinco siglos, y que sin ellos, (y aquellos que lean este texto estarán en ese caso) es casi imposible seguirme.
No son conocimientos mágicos, ni esotéricos, ni misteriosos pero casi es como si así lo fuesen; son conocimientos matemáticos. Lo que viene a significar algo así como “el coco” para la gran mayoría de lectores potenciales. Por tanto voy a prescindir de ellos, voy a explicar mis conclusiones finales y a decir poco más o menos que “esto es así porque tengo detrás unas matemáticas que lo avalan”, pero aquellos que quieran conocer esas matemáticas tendrán que esperar a que aparezca publicado mi trabajo al completo.
¿Y qué es lo que tengo que explicar? muy sencillo. Tengo dos puntos sobre la superficie de la Tierra donde hay constancias arqueológicas de que en uno de ellos estuvo la Orden del Temple, y en el otro unos hombres barbudos que se cubrían la cabeza con una especie de capucha.
Pero tengo más, tengo las pruebas de cómo el primero de esos puntos detalla las coordenadas del segundo en un sistema de coordenadas que no es el de la longitud y latitud actuales, si no el que utilizó Colón y que nombra en el prólogo del “Libro de la Primera Navegación” más comúnmente conocido como el “Diario”. Y tengo un mapa del siglo XIV que me dice como se viaja del primer punto al segundo, utilizando las mismas notaciones que se dan en los enclaves arqueológicos del primer punto. Si todo ello no vale como una (y escribo conscientemente una) prueba definitiva de que la Orden del Temple partió de Canarias para asentarse en la zona del lago de Nicaragua y atravesar el continente americano hasta el Pacífico, creo que nada servirá al respecto; habría que iniciar la búsqueda para hacer que esa una se pueda trasformar en varias.
Comencemos por la Gran Canaria, una de las muchas pinturas rupestres (Fig.1) que allí han encontrado los arqueólogos nos muestra  dos hombres corriendo delante de un perseguidor, donde es posible que el segundo haya sido alcanzado por algo que le ha destrozado la cabeza con una especie de “rayo” que parte de la mano derecha del que los persigue.
Fig. 1
Haz click para ampliarlaFig. 1Haz click para ampliarla  Fig. 2
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Fig. 3
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  Fig. 2Fig. 3
Fig. 4
La 2., vuelve a mostrar otra huida, pero prestemos atención a la manchita que aparece en la parte inferior izquierda de la figura; la ampliare más adelante. La  3, ya no es una huída, es una O que parece vertical y una mano con un dedo extendido en una dirección determinada y con 4 letras donde puede leerse la palabra “lido”. Hay que prestar atención a la parte inferior de esa “i” y a la flecha (de los arqueólogos) que señala el N.
La  4 muestra ampliadas las dos zonas en las que había que fijarse en las figuras anteriores. ¿No existe una semejanza real entre esas “manchas” y el subcontinente americano?. Veamos ahora el significado de esa extraña palabra “lido”. Se puede ver que está separada en dos partes perfectamente diferenciadas, por un lado “li” y por otro “DO”.
Haz click para ampliarlaFig. 1Haz click para ampliarla  Fig. 2
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Fig. 3
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Pero “li” es una partícula conocida desde antiguo, en concreto desde que publiqué “el legado de Bencomo”. El Atlas Catalán de 1375 tiene dibujadas innumerables islas, pero únicamente dos “Illa” la primera la Tapróbana que por un “error” Cresques rotuló como “Illa Trapobana” y no tenemos mas que leer ese rótulo en sentido hebreo o musulmán (de derecha a izquierda) para darnos cuenta que lo que ha escrito es “ana bo part al li”.
La segunda es la isla de Jana que el judío rotuló como “Illa Iana” con lo que leído en el mismo sentido que el anterior tenemos “anai al li”. Así que buena parte fue al “li” y  fue al “li” es lo que se puede deducir de los rótulos del Atlas Catalán, exactamente lo mismo que me está diciendo la pintura prehispánica de Gran Canaria. Bien es sabido que los mallorquines estuvieron durante el siglo XIV bastantes años en las Islas de Canaria, y que incluso se llevaron a siete aborígenes que tornaron convertidos en frailes franciscanos dispuestos a evangelizar a sus antiguos compañeros.
De todas formas, eso no nos resuelve el significado de “li” aunque si nos fijamos en la figura 5 vemos que hay en el Atlas Catalán una isla que recibe el nombre de Lucay (curiosamente Colón llegó a un islote de las Lucayas) pero que leida en sentido inverso nos dice “licani 51”, podemos tomar como “cani”  el sentido de “hasta el can” y volvemos a tener delante la partícula “li” y justamente en números romanos LI se corresponde con el 51 que se señala en dicho rótulo. Por lo tanto parece que el “can”, está entre dos números 51.
Figura 5
Pero can, aunque Cresques lo haya declinado como un latinismo hay que tomarlo como un catalanismo: “ca’en” y eso en castellano no tiene una traducción exacta. Es el conjunto de personas y propiedades que tienen un vínculo entre ellos, algo similar a los antiguos “clanes” medievales donde existe un señorío patrimonial marcado por un territorio y una relación entre todos los elementos humanos que tienen una relación de dependencia con el señor, sean o no sean familia.
Así, un clan medieval nos da una idea de un “can”, pero también un monasterio o una encomienda templaria y Cresques es perfectamente consciente de lo que está escribiendo cuando entre los dos números griegos “LI” sitúa la palabra “can”: encomienda, donde podemos tomar las acepciones del Diccionario de la RAE:
  1. f. Dignidad dotada de renta competente, que en las órdenes militares se daba a algunos caballeros.
4.f. Lugar, territorio y rentas de esta dignidad.
Pero eso no coincide con otra pista que nos proporciona el inefable judío mallorquín autor del Atlas; tanto en la Tapróbana como en Jana existe la ciudad de “Malao” es decir “M a la O” que traducido directamente del catalán nos llevaría a “M en la O” ó “M en el 0” y la M en romanos sabemos que es el millar. Pero los números romanos no eran los únicos que utilizaban el alfabeto para designar cifras; los números griegos también se escribían utilizando las letras del alfabeto jónico y en dicho sistema numeral el valor de la M (mu) es de 40. ¿Y cuanto vale “LI”?, la L se asimila a la lambda con valor 30 y la I a la iota con valor 10, así que 30+10 son 40 un valor idéntico a la M.
Ya sabemos entonces que “LI” que es lo mismo que M tiene por valor 40 y que “cani” tiene por delante y por detrás el valor de M.
Pero la segunda sílaba de nuestra pintura, la que finaliza con el comienzo de la manga que acaba con la mano y el dedo señalador es “DO”, y sabiendo que se están utilizando números griegos ya es sencillo puesto que la D es asimilable a la delta con valor cuatro, y el cuatro con el cero detrás vuelve a ser cuarenta lo que es asimilable nuevamente a la letra M. Por tanto la pintura rupestre nos dice M, M o lo que es lo mismo 40, 40. Y desde luego Cresques no podía ser ajeno a esta simbología, ahí está en pleno Mar Océano la isla M, M  figura 6. Pero además, nos debemos de fijar en esa especie de V que une ambas letras.
Figura 6
El resumen es que desde Canarias, más concretamente desde El Hierro y en dirección al Poniente hay que seguir una V donde cada rama de la V es un arco de círculo máximo de la esfera con 40º de longitud total, así que se navegarán siguiendo ambos arcos de circunferencia un total de 80º. Pero la ciudad de Malao nos decía que M en el 0, y aquí es donde hay que recordar la conferencia que expuse para la O.S.M.T.J en el castillo de Oropesa, donde decía que Ramón Llull explicaba que existía una navegación muy particular de tal forma que cuando se viajaban 4 unidades sobre una de esas líneas de la V se debían de contar 3 sobre la línea de levante o poniente, línea que pasaba por el puerto de salida, es decir por el origen, por el 0.
Esta es la navegación que se deduce del “Diario” colombino como ya expuse en mi libro “La ruta T y D”, así que si se navegan 40 + 40 grados por las dos ramas de la V, sobre la línea de poniente se deben de contar 30 + 30 grados es decir un total de 60º sobre lo que Colón llama Línea del Lestegüeste. La f. 7 muestra la línea de navegación y la Línea de Poniente así como el triángulo esférico rectiángulo que permite calcular la longitud geográfica conocidas las latitud del puerto de salida y lo navegado sobre la Línea de Poniente.
Figura 7Pero las medidas que acabamos de descubrir son medidas que están sobre un plano, escritas en una carta de navegación, así que tenemos que calcular el valor real sobre la superficie terrestre, y los 60º se nos trasforman en 63 9/17º aproximadamente 63,5º si nos quedamos con la parte entera nos dan 63º ¿Cuál es la última casilla del “juego de la oca”? En un artículo publicado en la revista «MAS ALLÁ» en el mes de mayo del 2002 explicaba yo las relaciones existentes entre dicho juego y la ruta que llevaba hasta el continente americano partiendo de El Hierro. Cuando se opera para calcular en las coordenadas geográficas actuales el punto final de esos aproximadamente 63,5º tenemos: (84,267º W.; 12,079º N.) un punto que como se puede ver está en el interior de Nicaragua cercano a la población de Guadalupe (una de las cinco que hay en ese país).

En la costa atlántica se puede ver una pequeña esfera roja dibujada por mí y que corresponde, según mis cálculos, al lugar donde Colón llegó en el Primer Viaje, punto muy cercano a los 63º que marca el final del juego de la oca. El lago Nicaragua tiene la propiedad curiosa de que es único en el mundo porque allí viven tiburones blancos de agua dulce, y desemboca al Caribe por el río San Juan, cuyo cauce es de aproximadamente 200 Km. de longitud y una caída total de 30 m; río que podría ser navegable hasta el propio lago. En el cuarto viaje colombino, no financiado por Castilla, Colón “peina” las costas de Nicaragua y Panamá en busca de un paso hacia el Pacífico, y en 1510 el Católico, aunque ya Vespucci había negado la existencia de dicho paso, le envía juntamente con Vicente Yañez a Nicaragua en su búsqueda.
Figura 8Figura 9
Pero todavía nos falta una pintura rupestre por analizar, la f. 8, en ella vemos claramente una cruz del Temple y debajo lo que parece ser una figura antropomorfa, pero hay que situar las flechitas de orientación en la misma dirección que las otras figuras, f.9  así que si suprimimos las rayas horizontales y verticales nuevamente nos encontramos leyendo en el sentido que marca el gancho en la parte inferior de la figura: “DO” y a continuación un signo + que evidentemente significa un nuevo DO y vemos a un barco de un palo único con el trapo recogido navegando hacia levante tal y como explicaba Llull. Por tanto todas las figuras que he expuesto hacen referencia a la Orden del Temple, a su persecución en Gran Canaria y a su huída hacia DO, DO, o lo que es lo mismo M, M.
En Nicaragua, próxima al lago de tal nombre existe la serranía de los Chontales, allí hay restos dejados por una cultura precolombina que son únicos y singulares dentro de todas las culturas precolombinas encontradas en el país, y al fin y al cabo los aborígenes lo único que hicieron es dejar fotos en piedra de aquello que veían, unos hombres con una tela que les cubría el pelo y las orejas, pero que sin embargo dejaba ver luengas barbas como las de la f. 10.
Figura 10
Como dije al principio, tenemos una presencia de la Orden en Gran Canaria que tuvo que huir como consecuencia de una persecución en la propia isla, en esa huída dejó un rastro que fue recogido poco tiempo después por los mallorquines y plasmado en el Atlas Catalán, y en el punto de destino que señala el propio Atlas o los mensajes rupestres, nos encontramos con las “fotos” de unos hombre con barba y capucha. Unos hombres singulares e inexistentes en otras partes del país. ¿Puede alguien dudar de que el Temple no llegó hasta allí?.
Pero hemos aprendido, quizás, una cosa más y es como utilizaba la Orden los números griegos lo que evidentemente le era muy útil para “camuflar” cifras dentro de palabras con lo que podemos hacernos una idea del sistema que utilizaban para saber las disponibilidades de fondos de cada peregrino, bastaba con que aprendiesen una frase, un rezo, y allí quedaba la cifra. Evidentemente la oración cambiaba en cada peaje del camino.
http://clio.rediris.es/articulos/temple/temple.htm
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