Mesa de Salomón (rey de Israel, 978-931 a. C.) –conocida también como Tabla o Espejo de Salomón

Mesa de Salomón (rey de Israel, 978-931 a. C.) –conocida también como Tabla o Espejo de Salomón


La Lápida Templaria de Arjona (Jaén)

 
La Lápida
La lápida templaria de Arjona, a imitación de la Mesa de Salomón, es una plancha de mármol recorrida por estrellas, cuadrados, retículas, líneas y círculos que componen una especie de Mandala.

En esta compleja geometría se encierra un tratado cabalístico complejo y completo que se ha transmitido a lo largo de los siglos entre iniciados que deseaban remontarse a los misterios de Dios, servir a los hombres e instaurar la paz y la hermandad universales bajo la Sinarquía. Ha guardado su secreto durante muchos siglos y ahora, gracias a la Cabalá, nos revela y augura un camino de luz y una experiencia mística determinante capaz de cambiar la vida del que quiera y sepa seguirla, ilustración 1.

Sólo vemos lo que queremos ver. Para unos ojos inocentes la lápida templaria de Arjona es un trozo de mármol, sucio y lacerado que tiene unos dibujos raros por una de las caras, y sorprendentemente sin letras. Será un dibujo mudo, estéril y sin valor. Nada le dirá porque sintonizan en diferentes ondas, no porta las herramientas psíquicas necesarias que le permiten ver más allá del puro percepto visual. Para el cabalista, las líneas no fueron grabadas por casualidad, siguiendo mecánicamente un modelo, es imposible que pudiera darse esta circunstancia. Son el resultado de una meditación trascendente, de una honda preocupación por preservar un conocimiento ancestral y único que nos pone en contacto con algo intangible y atemporal, acercándonos a un mundo mágico e ilimitado.
Hoy sabemos que el origen del dibujo es hebreo por las tres letras del alefato hebreo que aparecen en ella lápida: Alef (Sonido gutural semítico que se ha perdido; es oclusiva y muda), Mem (Bilabial y nasal) y Shin (cuando el sonido es sin, suena como silbante, sorda y dental; cuando el sonido es shin, es silbante, sorda y palatal); y porque es un dibujo (gematría) que representa los contenidos velados del Berechit y de la Mercava, que emplea en ciertas partes algo del procedimiento de Temura. Las líneas se entrecruzan formando polígonos estrellados que van conjugándose con gran precisión estética, dejando huecos por donde es posible contemplar el paisaje de un mundo superior.
Físicamente (9), la lápida templaria de Arjona es una piedra cuadrada de mármol de 75 cm. de lado y 25 mm. de grueso; grabada por una de sus caras con formas geométricas que guardan una doble simetría. En su interior, se desarrolla una estrella de doce puntas, un dodecágono regular estrellado continuo de cinco partes, que se cierra siguiendo vértices alternos cada cinco contiguos y cerrándose en el mismo donde comienza. Circunscribiendo al polígono, un Círculo, el mayor, que sirve de borde entre dos espacios: Uno, interior, donde suceden fenómenos geométricos objeto de nuestro análisis posterior, y, otro, exterior, limitado por los bordes físicos de la lápida que es cuadrada. Además, los lados del Cuadrado central grabado “cortan” al Dodecágono estrellado en puntos comunes a los lados, determinando una estrella de cinco partes, o Pentagrama; cuyos lados concretan líneas alternas que imprimen a la lápida un movimiento sugerido de naturaleza levógira, al contrario de las agujas del reloj. Son, también, como rayos que se originan en el interior del Círculo central mayor, símbolo de la divinidad, espiritual, por tanto; que trascienden al Cuadrado exterior, material, limitado y estéril por estable. ¿Una casualidad?
Un dibujo, como imagen esquemática y simple, actúa en nuestro consciente como símbolo abierto y, en nuestro inconsciente, como un signo multilinguístico, evocador y abierto que pude leerse en varios niveles de comprensión. Un primer nivel, sólo mostraría los formas geométricas puras y sus significados simbólicos inmediatos. Un segundo nivel expresarían su verdadero significado, a mi juicio. La Cabalá irá mostrándose tal como la entendemos en la actualidad: como un camino de perfección espiritual mediante el conocimiento de la Obra del Creador.
La Cabalá contenida en la Lápida de Arjona
El objeto de la Cabalá es conocer el bien que Dios nos ofrece; es decir, Dios mismo. No existe mayor tesoro material, ni ningún bien verdadero en el mundo por encima de Dios mismo. Participar de Dios, acercarse a Él y a su esencia divina es el bien último del ser humano.
La Cabalá es un camino válido para captar la Luz primordial, la del primer día de la Creación [que no es física, sino mística], con la que podremos ver los mundos espirituales “desde un extremo del Universo al otro”.
En el principio, era Ayín, el Dios Trascendental, contenedor de la Nada inmanifestada y absoluta. Ni siquiera existía el Tiempo, únicamente Ayín. De Él partió el Ayín Sof, el Dios Inminente, el Todo Absoluto carente de atributos. De su Divina Voluntad emanó el rayo Kav, transformado en Ttzimzum, que se manifestó en diez etapas de Emanación. Diez Palabras tomadas como zafiros creadores (Sefirot, plural; Sefirat, singular) que pueden entenderse como cifras o atributos de Dios y quedan dispuestas como un Árbol. Ese rayo manifestado en diez Sefirot se mantendrá eternamente hasta que vuelva a la Nada, fundiéndose con ella. Estas diez Sefirot se rigen por tres principios Divinos inmanifestados. Los llamados Esplendores ocultos o Zanzahot. Estos principios son la Voluntad primordial, la Misericordia y el rigor o Justicia. La Voluntad mantiene; la Misericordia, expande; y la justicia, contiene, ilustración 2.

Al límite del vacío, Keter o Corona, que contiene lo que fue, es y será; origen del Kav, y definido como “Yo soy el que soy”. De él, el rayo de luz Kav se expande tzimtzum bajo la influencia de la misericordia, la voluntad y la justicia para manifestar la Sabiduría [intelecto interior y activo] que son el destello del genio, la inspiración y la contracción. Esta Sabiduría genera el Entendimiento [pasivo] receptivo y reflexivo, que se manifiesta a través de la razón y de la tradición.
El Conocimiento es una no-Sefirat, y se denomina Daat, siendo la fusión de la Sabiduría y del Entendimiento. A través del Conocimiento, el Absoluto introduce su voluntad e interviene en la existencia, y somos capaces de ver y de saber, y así poder pasar de un pilar a otro, de la tolerancia al rigor, de lo expansivo a lo contractivo, de la Misericordia a la Justicia, de lo activo, positivo y masculino a lo pasivo, negativo y femenino. El rayo, así, experimenta un descenso y pasa al pilar del Equilibrio, manifestándose la Sefirat denominada Tiferet, Armonía o Belleza. En Tiferet se halla la esencia de las cosas, el corazón de los corazones o del Alma Divina. Esta Sefirat adquiere mucha importancia porque es la puerta de acceso a los niveles superiores de conocimiento. El Tiferet es el yo, el centro del universo que subyace en el yo cotidiano, el vigilante que canaliza las influencias inconscientes de las Sefirot superiores (como Sabiduría, Entendimiento, Misericordia y Justicia).
Por debajo de Tiferet el rayo manifiesta dos nuevos atributos, la Tnezat o Eternidad (que es activo, positivo y masculino) y Hod o Reverberación (que, por el contrario, es pasivo, negativo y femenino). Ambos Sefirot corresponden al nivel operativo de todo el Árbol Sefirótico, ilustración 3, donde se producirán los cambios correctivos en los procesos psíquicos y biológicos.
En un nivel más elemental, por debajo del nivel instrumental se halla la Sefirat denominada Yesod o Fundamento. A través de ella se manifiestan otros árboles Sefiróticos, menos evolucionados, conectando directamente con Malkhut, opuesto a Keter.
Yesod tiene función de espejo, pues bajo Tiferet se pueden obtener imágenes de imágenes y esto es básico porque permite vernos reflejado en él, y conocer de primera mano la imagen que proyectamos de nosotros mismos, la que perciben los demás, y así conocer nuestros propios defectos y aplicar las correcciones necesarias para crecer espiritualmente. Dependiendo de la pureza de Yesod, del espejo, éste reflejará una imagen nítida o distorsionada. Debemos mantenerlo siempre limpio practicando la sinceridad con nosotros mismos, aplicándonos disciplinas de cumplimientos de objetivos y fines, sin dejarnos arrastrar por el desánimo.
Malkhut, o Reino, es donde se comienza la ascensión del rayo relampagueante. Durante la misma, el rayo es la Shekinah y percibimos la presencia de Dios en la materia. Malkhut, opuesto a Keter, no es el fin o el principio. No es sólo el punto, sino también el Círculo. De él proceden todas las cosas, y a él retornan. Es la semilla que contiene en sí a todo un bosque de árboles. Siendo el último de las Sefirot incluye a todas las Sefirot del nivel inferior, actuando como un Keter de un nivel inferior, porque Malkhut es el reflejo de Keter y Keter lo es de Malkhut.
La Lápida Templaria de Arjona (Jaén)

Mesa de Salomón


Dibujo que muestra un mueble construido para el Templo de Salomón, de una biblia en latín de mediados del siglo XVI. La cita que describe la imagen en el libro dice “Una descripción del mar, que es la fuerza más grande de los buques mercantes de agua

Dibujo que muestra un mueble construido para el Templo de Salomón, de una biblia en latín de mediados del siglo XVI. Se trata de donde se colocaba el pan, los platos, las jarras y otros utensilios.

La Mesa de Salomón (rey de Israel, 978-931 a. C.) –conocida también con los nombres de Tabla o Espejo de Salomón–, es una leyenda que cuenta cómo el rey Salomón escribió todo el conocimiento del Universo, la fórmula de la creación y el nombre verdadero de Dios: el Shem Shemaforash, que no puede escribirse jamás y solo debe pronunciarse para provocar el acto de crear. Según la tradición cabalística,

“Salomón lo confía a una forma jeroglífica de alfabeto sagrado que, aunque evita la escritura del Nombre de Dios, contiene las pistas necesarias para su deducción. Este jeroglífico tiene como soporte material un objeto: la llamada Mesa de Salomón”.
Eslava Galán, op. cit.
Según esta leyenda, la trascendencia de la tabla está en que dará a su propietario el conocimiento absoluto (ya que el pronunciar el nombre de Dios significa abarcar a toda su creación), pero el día que sea encontrada el fin del mundo estará próximo.
A menudo se ha asociado el aspecto de la mesa al que tenía un mueble del Templo de Salomón que simbolizaba el mar.[1]
Hay varias descripciones de la que puede ser la Mesa de Salomón:
  • En la Biblia se dice, que, como parte del mobiliario del Templo, el rey Salomón:
Hizo fundir asimismo un mar de diez codos de un lado al otro, perfectamente redondo; su altura era de cinco codos, y lo ceñía alrededor un cordón de treinta codos. Y rodeaban aquel mar por debajo de su borde alrededor unas bolas como calabazas, diez en cada codo, que ceñían el mar alrededor en dos filas, las cuales habían sido fundidas cuando el mar fue fundido. Y descansaba sobre doce bueyes; tres miraban al norte, tres miraban al occidente, tres miraban al sur, y tres miraban al oriente; sobre estos se apoyaba el mar, y las ancas de ellos estaban hacia la parte de adentro. El grueso del mar era de un palmo menor, y el borde era labrado como el borde de un cáliz o de flor de lis; y cabían en él dos mil batos.
Libro de los Reyes, capítulo 7. Versísculos 23 a 26
  • Según el Ajbar Machmua, una crónica bereber del siglo XI, es una mesa «cuyos bordes y pies, en número de 365, eran de esmeralda verde».
  • Al-Macin asegura que estaba «compuesta por una mezcla de oro y de plata con tres cenefas de perlas».
  • Según las órdenes de Yavhé a Moisés, él debería construir una mesa que debería estar hecha de madera de acacia y cubierta de oro puro, sin plata ni perlas,[2] y sobre ella debería de colocarse el pan.
Haz una mesa de madera de acacia. La mesa debe medir noventa centímetros de largo, cuarenta y cuatro centímetros de ancho y sesenta y seis centímetros de alto. Recubre la mesa de oro puro y hazle un borde de oro alrededor. Luego hazle un marco de siete centímetros de ancho y ponle un ribete de oro. Haz también cuatro argollas de oro y colócalas en las cuatro esquinas de la mesa, sobre las cuatro patas. Pon las argollas cerca del marco, para sostener las varas que vas a usar para cargar la mesa. Usa madera de acacia para hacer las varas y recúbrelas de oro. Las varas son para cargar la mesa. Harás de oro puro los platos, cucharones, jarras y tazones. Las jarras y los tazones se usarán para servir las ofrendas. Colocarás en la mesa, permanentemente ante mí, el pan de la presencia.
Éxodo, capítulo 25. Versículos 23 a 30.
Existe la teoría de que la Mesa de Salomón descrita por los musulmanes españoles era la Tabula Smaragdina, atribuida a Hermes Trismegisto:
«Esta Mesa de Esmeraldas se ha dicho que era la Tabla-Mesa de Salomón. Su nombre recuerda la Tabla Esmeraldina del hermetismo alquimista, que da título a uno de los textos herméticos atribuido a Hermes y grabado en una tabla de esmeralda de una sola pieza.»
Ángel Almazán[3]
Recientemente se lanzó la hipótesis de que “La Mesa de Salomón” no fuese un objeto físico, sino un concepto, (de un conocimiento secreto quizá, que se habría transmitido a lo largo de la historia)
«¿Pero y si la Mesa de Salomón no existió nunca y solo se trata de un concepto?»
Manuel Jesús Segado-Uceda[4]

Historia

Salvada por los sacerdotes cuando el saqueo y destrucción de tiempos de Nabucodonosor II, estaba depositada en el Templo de Jerusalén, y fue trasladada a Roma cuando Tito a su vez lo destruyó en el año 70, y guardada en el templo de Júpiter Capitolino primero, y más tarde en los palacios imperiales.
Todo lo que las naciones más venturosas habían podido acumular de precioso, de más maravilloso y de más caro con el paso de los siglos, quedaba reunido aquel día para dar a conocer al mundo hasta qué punto se elevaba la grandeza del Imperio. Entre la gran cantidad de botines, los que destacaban con dorado brillo eran los que habían sido capturados en el templo de Jerusalén, la mesa de oro que pesaba varios talentos y el candelabro de oro… (Flavio Josefo, Guerra de los judíos, VII, XVIII)
Cuando los godos saquearon Roma en el año 410, fue llevada a Carcasona, como parte del «Tesoro Antiguo», y luego a Rávena para salvarla de los ataques francos. En 526 la reclamó el rey Amalarico, y Teodorico, rey de los ostrogodos, se la devuelve. Esta historia contada por Procopio de Cesarea[5] es la última noticia cierta que se tiene durante años: ni los francos ni los árabes lo mencionan entre el botín conseguido en sus sucesivas invasiones de la región.

Alarico II tuvo que abandonar Tolosa, la capital de los visigodos, en el año 507 perseguido por los francos, y se refugió en España. Se supone que tras el asesinato del rey en Barcelona la Mesa fue trasladada con el resto del tesoro, que se instaló en Toledo (nueva capital). Sin embargo, no se ha podido probar con certeza, la única cita es de Aben Adhari:

Trasladaron tesoros y botines innumerables, entre los cuales se encontraban misteriosos amuletos mágicos, de cuya conservación y custodia dependía la suerte del Imperio fundado por Ataúlfo

Cronología[editar]

Crónicas de Al-Ándalus

La leyenda musulmana más extendida defiende que la mayor parte del tesoro real que acompañaba a Alarico en su huida de las Galias fue guardado durante siglos en la “Cueva de Hércules” de Toledo. Cuando Táriq derrota a Rodrigo en la batalla de Guadalete (año 711) y avanza por el reino sin encontrar resistencia, la Mesa de Salomón se lleva a Medinaceli para salvarla, de ahí que fuese llamada Medina Talmeida (“Ciudad de la Mesa”) y Medina al Shelim (“Ciudad de Salomón”).
El Obispo don Rodrigo Ximénez de Rada, basándose en textos de al-Razi y de Ibn al Qutiyya, cuenta cómo Táriq atravesó unos montes llamados Gebelculema (Yabal-Sulayma, es decir, “Montaña de Salomón”: Zulema) y llegó a Complutum (Alcalá), donde halló escondida la mesa, que según esta historia tenía 365 patas de oro con miles de esmeraldas engastadas.
En la crónica bereber Ajbar Machmua se relata que Muza, envidioso del éxito obtenido por su lugarteniente Táriq en Guadalete frente al rey visigodo, desembarcó en la península para enfrentarse con él por la posesión de una mesa que habría sido de Salomón y que estaba entre el tesoro real godo en Toledo. Ambos fueron a Damasco para que el Califa Suleimán I se pronunciara, y ninguno volvió a la península.
Más tarde, la Mesa vuelve a ser mencionada por dos cronistas árabes:
en el año 93 de la Héjira, Táriq conquistó Al-Ándalus y el reino de Toledo y le llevó a Walidi, hijo de Abd el-Malek, la mesa de Salomón, hijo de David, compuesta por una mezcla de oro y de plata con tres cenefas de perlas.
Al-Macin
Y Al-Makkara le responde en su Historia de las dinastías mahometanas:
La famosa mesa que Tárik encontró, no perteneció jamás a este profeta… que su origen es que en tiempos de los reyes cristianos había la costumbre de que cuando moría un señor rico dejase una manda a las iglesias, y con estos bienes hacían grandes utensilios de mesas y tronos, y otras cosas semejantes de oro y plata, en que sus sacerdotes y clérigos llevaban los libros de los Evangelios, cuando se enseñaban en sus ceremonias, y que las colocaban en los altares en los días de fiesta, para darles mayor esplendor con este aparato (o adorno). Esta mesa estaba en Toledo por tal motivo, y los reyes se esforzaban por enriquecerla a porfía, añadiendo cada uno alguna cosa a lo que su predecesor había hecho, hasta que llegó a exceder a todas las demás alhajas de este género, y llegó a ser muy famosa. Estaba hecha de oro puro, incrustado de perlas, rubíes y esmeraldas, de tal suerte que no se había visto otra semejante.
Al-Makkara

La Cueva de Hércules

Según la leyenda, Hércules edificó un palacio encantado cerca de Toledo, construido con jade y mármol, y ocultó en su interior las desgracias que amenazaban a España. Puso un candado en la puerta y ordenó que cada nuevo rey añadiera uno, ya que las amenazas se cumplirían el día en que uno de ellos fuera curioso y entrara. Don Rodrigo fue ese rey, y del palacio solo queda la cueva que se supone oculta maravillosos tesoros. Según la leyenda, el rey visigodo abrió o rompió cada candado, llegó a una primera sala, que parecía un lugar de oración, avanzó y llegó a una segunda, supuestamente de ceremonias, llegó a una tercera que tenía un cofre, el rey lo hizo abrir: había un lienzo con dibujos de guerreros a caballo y espadas curvas, con una inscripción que dice “cuando ojos humanos vean este lienzo, estas criaturas dominarán la tierra santa” (supuestamente estos corresponderían a los musulmanes que invadieron el reino al año siguiente). Don Rodrigo no pasó a la cuarta sala, aunque se dice que vio el espejo o mesa de Salomón, porque había dos guardias de metal de varios metros de alto armados con mazos que se movían a la más mínima presencia que entrara en la sala.
En los últimos años, buscadores de tesoros investigan por las cuevas y subterráneos de Toledo, relanzando la teoría de la tabla frente a la de la mesa de las crónicas musulmanas, dando por hecho que el verdadero tesoro de los reyes visigodos nunca fue encontrado ni abandonó la capital.[6]

La leyenda en la Iglesia de Santa María de Melque (Toledo)

Entrada a la Iglesia de Santa María de Melque
El investigador José Ignacio Carmona Sánchez, en su estudio histórico Santa María de Melque y el Tesoro de Salomón,[7] señala cómo existe total unanimidad por parte de historiadores con respecto a la Mesa en lo siguiente:
  • De existir una Mesa llamada de Salomón, no fue ninguna de las halladas tras la invasión árabe, como se desprende de las fuentes más autorizadas; prueba de ello es que en los siglos posteriores muchas personas principales como Felipe II, proseguían con su búsqueda.
  • Hasta el último momento, el clan godo que apoyaba la invasión no temió por las reliquias, pues lejos de ver a los árabes como una amenaza, esperaban ser restituidos en el trono.
  • Los visigodos ocultaron no pocos de sus tesoros y secretos en sarcófagos y cuevas de construcciones visigodas, lo que coincide al ciento por ciento con los descubrimientos.
  • El clan visigodo perdedor, al verse sorprendido por el rápido avance de los musulmanes, improvisó vías de salida, llevando consigo los objetos de importancia, tal como se relata con respecto al famoso arca de las reliquias, que acabó en una cueva a las afueras de Oviedo. La ocultación en las proximidades de la capital apunta a un exceso de confiaza y bien pudo ser llevado a cabo por cualquiera de los clanes; por el clan vencedor porque no se fiaría de los árabes hasta no ser restituido; por el clan derrotado porque pudo confiar en la transitoriedad que suponían las constantes alternancias y luchas de poder en el mundo visigodo.
  • Las vías naturales de salida de Toledo irían en la dirección de los montes de Toledo, donde existían antiguas vías romanas que facilitaban la huida, tal como se confirma con la trayectoria y localización del Tesoro de Guarrazar.
  • En la misma trayectoria de la localidad donde apareción el Tesoro de Guarrazar (Guadamur), y apenas a unos kilómetros equidistantes, se encuentra, no por casualidad, una de las iglesias más antiguas y desconocidas de España. Esta iglesia cuenta con todos los elementos razonables de probabilidad: un arcosolio, una intrincada red de galerías subterráneas, una posterior vinculación a la Orden del Temple y leyendas y tradiciones que la relacionan con los tesoros templarios.
Louis Charpentier[8] pone el ejemplo de Dormelle (Seine-et-Marne), un subterráneo muy amplio con bóveda de ladrillo y forma de cuna que se comunicaba, tomando la dirección de Paley, con una encomienda templaria hermana. En el Castillo de Montalbán sus subterráneos son funcionalmente anacrónicos y guardan una semejanza casi absoluta con la descripción de Charpentier.
Alguno de estos objetos podría estar ubicado en el entorno del Castillo de Montalbán y la Iglesia de Santa María de Melque, en Toledo:
Castillo de montalban.jpg
“La Iglesia de Santa María de Melque era un lugar idóneo para ocultar cualquier tesoro, debido a la existencia en sus aledaños de una intrincada red de galerías que se proyecta hasta el cercano Castillo de Montalbán. […] La trama del Grial tiene su punto de inflexión en Toledo, a través de Flegetanis, no por casualidad “del linaje de Salomón”. Solo en Toledo podrían hallarse los hombres puros, es decir, los del “saco de Benjamín”, la más pura aristocracia judía, los atávicos custodios de los objetos sacrosantos del pueblo judío. El Castillo de Montalbán (¿Montsalvat?[9] ) encuentra su protagonismo independientemente de si en sus entrañas, comunicadas con la Iglesia de Santa María de Melque, exista una piedra llamada Grial o Mesa de Salomón.”.
Santa María de Melque y el Tesoro de Salomón. José Ignacio Carmona Sánchez, 2011.[10]

La Mesa de Salomón viaja hacia el Norte

Otra de las hipótesis que se han barajado para tratar de ubicar el paradero último de este importante objeto de culto, es la montaña asturiana. A raíz de la publicación del libro El nombre de Dios. El enigma de la Mesa de Salomón[11] el investigador Javier Martínez-Pinna pudo comprobar como la práctica totalidad de las reliquias que estaban en manos de los visigodos fueron trasladadas hacia el norte peninsular a partir del 711, para que no cayesen en manos de los conquistadores musulmanes. En este sentido, Martínez-Pinna destaca que Antes de que se produjese la caída de Toledo en manos de los musulmanes, los visigodos tuvieron que sacar todas las reliquias y los objetos del Tesoro Sagrado que aún se encontraban entre sus muros para enviarlos hacia el norte. El camino más lógico fue seguir la calzada romana que llevaba hasta la ciudad de Astorga, punto por donde se tenía que pasar obligatoriamente para llegar a Asturias, foco de última resistencia y lugar hacia donde dirigió sus pasos el que sería rey Pelayo, al que la tradición considera custodio del tesoro visigodo[12] .
En esta ocasión, el tesoro habría llegado no hasta una ciudad, sino a un monte, el Monsacro, en donde sabemos que permaneció hasta que Alfonso II decidió trasladar parte de lo que allí se escondía hasta Oviedo, pero de la Mesa nunca más se supo nada.
Curiosamente, esta bella montaña asturiana es considerada por muchos, entre ellos el periodista Manuel Cimadevilla, como uno de los más importantes enclaves mágicos de la región, un lugar por donde pasaban dos vías emblemáticas como eran la Ruta de la Plata y una de las variantes del Camino de Santiago. También es el lugar en donde podemos encontrar dos capillas medievales de origen templario, construidas sobre un conjunto tumular de origen megalítico, en donde se desarrolló el culto a la diosa madre y que fue utilizada por Toribio para esconder las reliquias que llevó consigo. Es más, según Cimadevilla, los caballeros templarios pudieron llevar a cabo excavaciones en este lugar en busca de antiguos objetos sagrados y los manuscritos secretos del rey Salomón.

La leyenda en Francia

Ante la presión de los merovingios, los visigodos de Carcasona construyeron una fortaleza en la antigua ciudad de Rhedae, en el condado de Razés, donde ocultaron sus tesoros antes de ser expulsados definitivamente de las Galias por Clodoveo I.

En 1803 se investigó en Carcasona un pozo en el que, según la leyenda, había un gran tesoro godo. La búsqueda fue inútil, aunque se ha repetido en años posteriores.

A finales del siglo XIX, Berenguer Sauniére, párroco de Rennes le Chateau, se convierte de pronto en un hombre enormenente rico tras realizar unas obras en un altar visigótico de la ermita del pueblo. Descubre unos documentos antiguos y se dedica a partir de entonces a realizar excavaciones por toda la región, gastando grandes sumas y entrando en contacto con logias ocultistas, hasta el punto de ser amonestado por la Santa Sede y suspendido “a divinis” en 1910. Tras su muerte en 1917, hubo tan gran número de personas buscando un supuesto tesoro visigodo más importante que el oro, que las autoridades han prohibido cavar en todo el término municipal. A raíz de nuevas modas, actualmente se relaciona su tesoro con el Santo Grial.[13
https://es.wikipedia.org/wiki/Mesa_de_Salom%C3%B3n
EL TESORO DE GUARRAZAR

Hace muchos años , en el 711 d. c. , cuando los árabes invadieron Hispánia, parte de las ricas coronas que adornaban las iglesias visigodas de Toledo, fueron escondidas en el cementerio de Guarrazar, cerca de Guadamur .Al continuar la dominación árabe, esas coronas siguieron escondidas, el último conocedor del secreto murió sin contarlo. Pasaron los siglos y en 1858, unos paisanos de Guadamur, encontraron, en lo que parecía una tumba de un antiguo cementerio, abandonado desde hace centenares de años, un rico tesoro de coronas, cadenas y cruces. Con nocturnidad lo retiraron de su centenario aposento. Pero cegados por tanta riqueza, no descubrieron todo, al día siguiente un labrador de la huerta próxima, descubrió otro nicho con igual o mayor riqueza.
Pasaron dos años ya en 1860, el descubridor del segundo tesoro, entregó a la reina Isabel II buena parte de las coronas que aún no había vendido y que hasta entonces había mantenido escondidas, por temor , dentro de una tinaja.  El paisano fue recompensado con una pensión vitalicia y el pago del valor tasado de las preseas que entregó.En 1945, se pudieron recuperar parte de las coronas que salieron a Francia. Hoy están repartidas entre el Museo de Cluny de Paris el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y la Armería Real también en Madrid.En 1976. al restaurar la Ermita de Nuestra Señora de la Natividad de Guadamur, se hizo una buena reproducción del Tesoro y en esta ermita están colocadas, como lo estaban en las primitivas iglesias de visigodas de Toledo antes del año 711.                                                       
Reconstrucción  digitalizada de relieve visigodo, friso menor,  perteneciente a la iglesia visigoda de Guarrazar, posible Santa María in Sorbaces,  iglesia o imagen a la que estaba ofrecida al menos, una de las coronas del tesoro 
EL DESCUBRIMIENTO DEL TESORO DE GUARRAZAR  EN GUADAMUR (Toledo) La antigua villa toledana de Guadamur, situada a 15 kilómetros al sur de la capital, fue testigo, a mediados del siglo pasados de unos sucesos que, bien podrían haber sido sacados de cualquier novela de aventuras o cuento de hadas. La localidad, por aquel entonces, era tan desconocida para la historia, como cualquier otro pequeño pueblo en el que el devenir de lo cotidiano se hacía rutinario. Solamente su medio arruinado y olvidado castillo, morada una vez de los Ayala, hacía pensar que aquella villa pudo tener en tiempos pasados algún protagonismo.Su proximidad a Toledo, hacía que el camino que a esta ciudad conducía estuviese bastante frecuentado. En este mismo camino a pocos kilómetros de la villa, se encontraba olvidado, un antiguo lugar denominado Guarrazar con vestigios de haber estado habitado en tiempos remotos, como lo atestiguaba un antiguo cercado en el que se adivinaban algunas tumbas, testigos del antiguo cementerio.En la tarde del 24 de agosto de 1858, después de haber ocurrido una gran tormenta que había arrastrado la tierras, acertaron a entrar en el cementerio un matrimonio formado por María Pérez y Francisco Morales, naturales de Guadamur, que al detenerse en el lugar descubrieron en una tumba un pequeño nicho que albergaba una buena colección de coronas, cruces de oro y otros objetos litúrgicos. Trasladadas secretamente a su domicilio estas preseas, las escondieron hasta decidir que podían hacer con tanto oro . En todas esta maniobras fueron observados por Domingo de la Cruz, vecino también de la villa, que poseía una huerta en las proximidades. Intrigado por la nocturnidad con que obraros estos, se acercó al día siguiente a aquel lugar, encontrando junto a la fosa vacía una nueva, todavía intacta, que el anterior matrimonio, cegado por tanta riqueza, no acertó a descubrir. Recuperó de ésta un buen número de piezas áureas y también temeroso, corrió a ocultarlas a su casa en sendas tinajas de barro, sin saber que partido tomar.La presencia de tales joyas, pertenecientes a la cultura visigoda, enterradas como si de una persona se tratase en un cementerio visigodo se explica por el temor el clero y la nobleza toledana a que fuesen robadas por los árabes, de los templos en donde votivamente estaban expuestas, creyendo que la presencia de las huestes de Tarik podía ser pasajera .Mejor acierto tuvieron aquellos, -quizás los partidarios de D. Rodrigo-,que acordaron huir con sus joyas y las de la corte a las montañas asturianas.VENTA EN FRANCIA DE PARTE DE LAS CORONASMal acuerdo tuvieron los primeros descubridos María y Francisco, quienes malvendieron a los joyeros toledanos bastantes trozos de coronas , objetos del culto litúrgico de oro y bastantes esmeraldas y piedras de las coronas.Parece ser que, enterado del hallazgo D. Adolfo Herouart Chivot, profesor de francés del Colegio de Infantería de Toledo, sito entonces en el Hospital de la Santa Cruz, participó desde este momento de manera muy activa en la enajenación de las coronas de tan fastuoso tesoro. Distinta forma de enterarse del descubrimiento, tuvo otro persona, que jugaría un importantísimo papel en las posteriores operaciones. Se trataba de un emérito diamantista de la corte, retirado en Toledo, en su villa junto al río, D. José Navarro, gran conocedor de las antiguas artes preciosas, ya que había restaurado el Disco de Teodosio de época romana encontrado en Almendralejo y había confeccionado de nueva obra una corona para la reina Isabel II. D. José intuyó el valor arqueológico de los fragmentos que primeramente encontró en las joyerías y puesto en contacto con el anterior, sirvió de socio y mano experta en compra en Guadamur, restauración y posterior venta en Francia de las coronas.El primer paso que efectuó el profesor francés, fue la compra de la huerta donde había sido descubierto el tesoro, para descartar posteriores reclamaciones del dueño del terreno y efectuar sondeos en busca de nuevas alhajas. Efectuó rápidamente la compra del terreno, llegando a un acuerdo con Marcos Hernández vecino de Toledo, por ofrecerle el triple de lo que era su valor rústico y no saber el propietario que, tales preseas, habían sido descubiertas en su propiedad.Una vez dueño del terreno y junto con los descubridores efectuaron excavaciones en el lugar con el pretexto construir allí una villa de recreo, sirviendo además de coartada para cuando la aparición de las coronas saliese a luz pública.La sociedad entre Herouart y Navarro, como hemos dicho, dio como fruto la compra de las coronas que aún poseían Francisco y María en Guadamur y la restauración de los trozos que pudo recuperar el diamantista de las joyerías de Toledo. Con la nueve coronas que pudieron recuperar pasaron a Francia para venderlas al Ministro de Estado francés por la cantidad de 100.000 francos franceses, pasando a figurar desde entonces en el Museo de Cluny de París.Enterados en España de tan importante descubrimiento por la prensa francesa, se iniciaron los trámites para su regreso a España, no consiguiéndose, nada más que lisonjeras promesas. También se efectuaron excavaciones oficiales (abril de 1859) en las denominadas huertas de Guarrazar, dirigidas por D. José Amador de los Ríos y D. Pedro de Madrazo entre otros, que dieron como resultado la aparición de los restos de un edificio religioso visigodo, con abundantes frisos en relieve de este estilo, un cementerio de la época y la lápida funeraria del presbítero Crispín con el bello epitafio que transcribimos. Al Ministro de Fomento, por entonces el Marqués de Corvera, que visitó la localidad, le ofrecieron María Pérez y Francisco Morales un brazo de cruz procesional de oro perlas y zafiros, único objeto que poseían ya de lo descubierto.CONOCIMIENTO DE LA EXISTENCIA DE UN SEGUNDO CONDESIJO EN PODER DE OTRO PAISANO DEGUADAMUR.
Habían pasado dos años de las referidas excavaciones y perdida toda esperanza de encontrar nuevas coronas, cuando en la mañana del 19 de mayo de 1860, se presentaron en la puerta del Palacio Real de Aranjuez, Domingo de la Cruz Figueroa “Macario” y su tío Juan Figueroa, maestro de primeras, letras ambos de vecinos y naturales de Guadamur, con el propósito de ofrecer a la reina una de las coronas que años antes había encontrado en Guarrazar, al lado de las coronas ya conocidas. Recibidos por la Reina, esta pudo conocer que escondía aun más coronas, por lo que al día siguiente mandó a Antonio Flores, Secretario de la Intendencia de la Real Casa y Palacio, con la misión de recuperarlas e inquirir del labriego los deseos respecto a la recompensa. Una vez en Guadamur Antonio Flores investigó dando pasos acertados y ganada la confianza de “Macario” – asegurándole que sus pretensiones económicas serían atendidas-, ofreció a éste la oportunidad de entregar a la Reina todo lo que del tesoro aún conservaba. Tras la entrega total “Macario” recibió por el pago de las coronas 40.000 reales y como premio al servicio prestado a S. M. La pensión de 4.000 reales anuales. En este segundo encuentro Domingo de la Cruz “Malaño” se mostró muy apanado por haber destruido otras muchas joyas y refirió a la Reina, que entre los objetos perdidos en los crisoles toledanos, había unos “cinchos” de oro y piedras preciosas, y una paloma de oro de tamaño natural cuajada de piedras preciosas, que probablemente fue “pixis sacra” o vaso eucarístico.Desplazada la familia Real a la Corte, Tuvieron la oportunidad de contemplar las coronas, eminentes académicos y estudiando la forma de dar sentido a las distintas letras que colgaban de la corona mayor , colocadas anárquicamente por su descubridor, llegaron a la conclusión que la leyenda original sería SUINTHILANUS REX OFERET, basándose en la pocas letras aún conservaban su lugar al tener intacta la anilla de sujeción .Posteriormente el Consejo de Ministros presido por O`Donnell, acordó que el lugar más propício y que ofrecía mayor seguridad para guardar estas piezas, ofrecidas a la Reina, era el Palacio Real de Madrid y así lo trasmitió a S. M. el Marqués de Corvera, depositándolas en sus manos con el encargo e custodiarlas.ROBO DE LA CORONA DE SUINTILA.-El 4 de abril de 1921 se cometió un robo en la Real Armería, la corona de Suintila y un trozo de corona de enrejado que pertenecían al conjunto que poseía el Patrimonio Real, gracias a la donación de Domingo, desaparecieron. El robo se divulgó poco, sólo La Época hizo una publicación más extensa con grabados, para que sirviese de guía en la búsqueda de lo sustraído. Al parecer fueron localizados los autores del robo, pero no lo objetos de éste, que hasta hoy no han aparecido.Casualmente, aquel periodo fue una época aciaga, como afirma D. José Lázaro, pues en corto espacio de tiempo, ocurrieron robos en el Museo del Prado, La Biblioteca Nacional, en e l Archivo Histórico Nacional, y el que contemplamos.RETORNO DE PARTE DE LAS CORONAS.-Con la ocupación alemana de parte de Francia, durante la II Guerra Mundial y la llegada al poder como jefe de estado de la Francia de Vichy del Mariscal Petain, se presentó la ocasión propicia para todo tipo de negociaciones, debido a las buenas relaciones del gobierno de Vichy con el General Franco. Una de ellas es la que se efectúa para realizar un convenio de intercambio de obras de arte y otras piezas de valor histórico. Este convenio permitirá que vuelvan a España buena parte de las coronas de Guarrazar.Las primeras negociaciones fuera de círculos oficiales las efectuó en el verano de 1940 D. Eugenio D´Ors. Tras las negociaciones oficiales se firmó un acta de recíproca entrega , por el que regresaron a España, ademas se seis de las nueve coronas de Guarrazar, la Dama de Elche, otras escultura ibéricas, otras piezas arqueológicas, completándose con la Inmaculada de Murillo denominada de Soult o de los Venerables. España entregó a cambio a Francia en contrapartida un retrato de Doña Mariana de Austria de Velazquez, otro de Antonio Covarrubias, de la mano del Greco, un cartón de Goya y la colección de dibujos franceses del siglo XVI.De esta forma regreso a España parte del Tesoro de Guarrazar que había salido fraudulentamente a finales del 1858 perteneciente al primer descubrimiento efectuado por Francisco Morales y María Pérez, conservandose actualmente en el Museo Arqueológico Nacional. 
rey Salomón.
Una de las coronas votivas.
  • Detalle de la corona de Recesvinto.
  • Corona y cruz votivas.
  • Cruz votiva.
  • Corona y cruz votivas.
  • La Gran Cruz.
Reconstrucción  digitalizada de relieve visigodo, friso mayor ,  perteneciente a la iglesia visigoda de Guarrazar, posible Santa María in Sorbaces,  iglesia o imagen a la que estaba ofrecida al menos, una de las coronas del tesoro 
CENTRO DE INTERPRETACIÓN DEL TESORO DE GUARRAZAR. EN GUADAMUR (Toledo).--En las antiguas escuelas de la Calle Nueva, se encuentra ubicado. Ocupando el 50% del edificio,  muestra mediante paneles, objetos originales y reproducciones, la historia e importancia del Tesoro Visigodo de Guarrazar. Cuenta también el centro,  con una sala de proyección, donde se proyecta un interesante documental sobre  el tema. Los precios de las entradas son populares incluyendo visita guiada a los dos museos.   HORARIO DE APERTURA
Lunes, martes y miércoles de 9:00 a 14:00 horas
Sábados 10,15 a 13,15 y de 16 a 18  horas.
Domingos 10,15 a 13, 15 horas
Contacto.-   turismoguadamur@gmail.com     telef. 925291560                  
               GUARRAZAR   PASADO Y PRESENTE              
Hace ya ciento cincuenta años, la casualidad ayudada también por la meteorología hicieron que volviesen a ver la luz, parte de esas joyas visigodas que estuvieron a la vista de todos los toledanos hace trece siglos en las principales iglesias como exvoto de nobles, clérigos y de reyes.La falta de cultura, el temor a perder lo que para ellos era una fortuna económica, hizo que se perdiera, en los crisoles toledanos parte de lo encontrado. No obstante esta misma fortuna permitió que parte, del tesoro         fuera a parar a las manos del diamantista D. José Navarro quien restauró y puso en valor lo encontrado en las huertas de Guarrazar. Desconocemos si eran justificadas las razones por las que Navarro vendió en Francia su parte del tesoro, sin embargo la llegada a Francia de tan importantes         joyas medievales, acrecentó el interés por el propio tesoro y vino a promocionar desde entonces los estudios de esta cultura , no sólo en España, sino también en Francia y otros países de la Europa occidental.Otra persona de la cultura, D. Juan Figueroa, tío de Domingo de la Cruz y maestro de Guadamur fue quien convenció a éste, para que entregase a la reina Isabel II, la parte del tesoro que no había malvendido, en trozos, a los joyeros toledanos.Los avatares del tesoro de Guarrazar desde que fue descubierto, son varios, unos afortunados y otros todo lo contrario. De esta índole fue la desaparición de la corona de Suintila en         abril de 1921, que estaba depositada en la Armería Real de Madrid desde que Domingo la entregase a la reina. Más afortunado fue retorno,         en el verano de 1940, de parte del tesoro que había sido vendido en Francia, seis de las nueve coronas, gracias al empeño personal de D. Eugenio D´Ors y a las facilidades políticas del   momento .Así pues la dispersión, al parecer consolidada, al menos por el momento, del Tesoro de Guarrazar es la siguiente : La mayor parte en el Museo Arqueológico de Madrid en donde se encuentran seis coronas, entre esta la más famosa la de Recesvinto y cinco cruces, contándose entre estas los dos fragmentos         de cruz profesional atribuida, también a Recesvinto por su parecido estilístico con la corona de este rey. En el Museo de Cluny de Paris, quedaron tres coronas, la llamada de Sonnica, una de estructura calada y una pequeña de decoración de arquillos también calados y         dos cruces además de la R pinjante de la corona de Recesvisnto y algún fragmento de cadena. En el Palacio Real de Madrid quedaron la corona de Teodosio y la Cruz de Lucecio.Es a partir de la vuelta de las coronas desde Francia al Museo Arqueológico Nacional de Madrid en 1940, cuando la historiografía visigoda vuelve a tomar nuevo auge, impulsada también desde los idealos políticos del momento, que ven en aquella época el germen y los comienzos del primitivo estado español.La investigación sobre aquellos años de la monarquia y en concreto sobre el tema de Guarrazar, se ha visto respaldada a mi modesto entender, desde entonces, por tres fundamentales corrientes historiográfica, una la nacional fundamentada en D. Pedro Palol, García Moreno, Orlandis etc. Otra desde los investigadores toledanos agrupados en torno a esta Real Academia y el Instituto Visigótico-Mozárabe         que siempre han tenido como suyo, todo lo concerniente al sitio arqueológico de Guarrazar y otra desde         tiempos Helmut Schlunk en 1943, por los investigadores del Instituto Arqueológico.         Tenemos que hacer especial mención a uno de los investigadores de este instituto, D. Cristof Eger, que en sendas campañas en 2003 y 2005 ha venido a aportar nuevos datos arqueológicos que sin duda, serán un punto importante de partida, para que en un         futuro, que deseamos próximo, se pueda llegar a conocer         la importancia de este lugar en época visigoda y posterior, importancia que intuimos por los fragmentados de relives , dispersos y otros restos arqueológicos que se encuentra en Guadamur, procedentes         de aquel sitio.     
Llevados por que se asocie y conozca,         más claramente la procedencia del sítio en donde había aparecido el Tesoro Guarrazar, que es la localidad de Guadamur en la provincia de Toledo, el ayuntamiento de esta localidad , ya hace varios años, inició una campaña para que se adjuntase a esta denominación la de Guadamur. Campaña que aclarará         la procedencia geográfica del hallazgo y hará que el nombre de esta localidad sea conocido, también a través de la arqueología e historia visigoda.
                Por otra parte, siguiendo la corriente general de muchas localidades españolas de fomentar un hecho histórico mediante la celebración de eventos lúdico-culturales se aprovechó este ciento cincuenta aniversario para comenzar unas Jornadas Visigodas, que tendrán periodicidad anual y que pretender, dar a conocer ésta época determinada, intentando fomentar la investigación historia y arqueológica del lugar y hacerlo llegar a todas las personas interesadas, mediante una serie de actos académicos, teatrales, festivos y gastronómicos.       http://www.guadamur.net/tesoro.htm      

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